En la fecha, y según lo enunciado en el decreto 13/91 del día 02 de enero de 1991 se celebra en Argentina el Día Nacional de la Aviación Civil en homenaje y recordación al natalicio, el 5 de noviembre de 1877, de Don Aarón Félix Martín de Anchorena, destacado hacendado y visionario argentino que a comienzos del siglo XX, desempeñándose como Secretario de la Embajada Argentina en Francia, realizó su vuelo de bautismo en globo acompañando a Alberto Santos Dumont, de quien fue dilecto amigo. Posteriormente tomó clases de aerostación con Paul Tissandier obteniendo el brevet correspondiente.
Habiendo adquirido un globo de 1200 m cúbicos fabricado en Francia, al que bautizó Pampero, efectuó el primer vuelo acompañado por su amigo Santos Dumont y el matrimonio Letellier. En ese vuelo Anchorena, brindando con la copa de champagne según la costumbre, expresa su intención de donarlo a la Nación Argentina. Viajó al país en la primavera de 1907 para luego, en las Navidades de ese mismo año, realizar, junto a Jorge Newbery, el memorable vuelo desde la Sociedad Sportiva, predio hoy ocupado por el Campo Hípico Militar y el Campo Argentino de Polo, aquí mismo, hacia Uruguay, que marcó el inicio de nuestra actividad aérea.
Ese vuelo signó para siempre la vida de Jorge Newbery, quien resultó a la postre un eximio aeronauta, dominando la difícil técnica de aprovechar las corrientes de aire para llegar prácticamente a donde él desease, o por lo menos cerca.
Newbery, gran deportista y funcionario público, era poco mas de dos años mayor que Anchorena, y habiendo cursado sus estudios en la Escuela Escocesa San Andrés de la calle Piedras 55 de Buenos Aires, se trasladó en 1891 a los Estados Unidos de Norteamérica para estudiar en la Universidad de Cornell, prosiguiendo los mismos en el Instituto Drexel de Tecnología donde uno de sus profesores fue Tomás Alva Edison. Ahí, al tiempo que descollaba en deportes como box, esgrima, remo, natación y otros, recibió el título de Ingeniero Electricista.
A su regreso al país en 1895, con 20 años de edad, fue designado Jefe de la Compañía de Luz Eléctrica y Tracción del Río de la Plata, cargo que deja poco después.
Ingresa en la Marina de Guerra en 1896 y en 1898 logró un puesto en la Inspección de Electricidad del Estado Mayor de la Armada con el grado de Capitán de Fragata. Renuncia en 1900 para hacerse cargo de la recién creada Dirección General de Instalaciones Eléctricas, Mecánica y Alumbrado, puesto que conservaría hasta su trágica desaparición.
Como mencionáramos antes, ese vuelo en globo señaló un nuevo rumbo entre sus múltiples inquietudes deportivas en las que había obtenido infinidad de trofeos, lo que lo llevó a tomar parte en la fundación del Aero Club Argentino el 13 de enero de 1908, institución madre de toda la aviación argentina, civil y militar, de la que también fue su presidente, sucediendo a Aarón de Anchorena.
El Aero Club Argentino propició la llegada al país de pilotos extranjeros con sus máquinas, con el objeto de difundir y afianzar la nueva técnica del vuelo, que ya en Europa lograba un notable adelanto. Así llegaron pilotos de la talla de Mazzoleni, Bregi, Ponzelli, Paillete, Aubrun, Richet, Prevost, Dolphin, por nombrar algunos, quienes dieron instrucción a nuestros hombres. A ellos se sumaron técnicos y mecánicos que atendieron las aeronaves al tiempo que adiestraban al personal argentino.
El primer campo de volación se inauguró en Villa Lugano el 23 de marzo 1910 y ahí comenzaron sus vuelos personajes de la talla de Newbery, Parravicini, Goffre, Hentsch, Eusebione, quien fue el primer mártir de la aviación civil y también se instaló la fábrica de aeroplanos de Pablo Castaibert, pionero de origen francés.
Ese semillero nos dio hombres y hazañas con los que se nutrió nuestra Aviación. Ahí aprendió Newbery a dominar los aires de una forma distinta a la del globo, e inició toda esa serie de resonantes logros por todos conocida, en pos de la meta de llegar mas lejos, mas rápido, mas alto. Lo siguieron hombres y mujeres que dedicaron sus vidas a la pasión de volar, y esa pléyade de seres especiales continúa ininterrumpidamente hasta nuestros días.
Ejemplo de ello es la hazaña de la que se cumplieron 50 años el pasado 8 de septiembre, protagonizada por el conocido aviador civil Miguel FitzGerald, erigiéndose en el primer aviador argentino en volar en solitario con un pequeño Cessna 185 monomotor y aterrizar en Puerto Stanley haciéndole llegar una proclama al usurpador gobernador inglés de las mismas en nombre de todos los argentinos que exigíamos y exigimos su restitución.
Miguel Lawler FitzGerald nació en Buenos Aires el 8 de septiembre de 1926 de padres irlandeses y de pequeño sintió fascinación por la aviación. Mientras estudiaba en la Escuela Técnica Otto Krausse y con sólo 16 años se recibió de piloto de planeador en el Club de Planeadores Albatros. A esto siguió el curso de piloto privado en San Fernando bajo la instrucción de nada menos que el recordado Santiago Germanó.
Su vida siguió curso desempeñándose como piloto en infinidad de tareas, menos, como él decía, fumigación y contrabando. Podemos enumerar: piloto para un estanciero, intento de crear su propia compañía aérea con tres aviones Norseman, uno de los cuales está siendo hoy restaurado en Mar del Plata, pasando por vuelos de traslado de aviones Cessna desde Estados Unidos a Buenos Aires, vuelo aerofotográfico con un P-38 Lightning, piloto de Avro 748, Boeing 707, Constellation, Canadair CL-44 y un largo etcétera, sin dejar de mencionar al inolvidable DC-3.
En la época en que trabajaba para Siro Comi, representante de Cessna en Argentina, FitzGerald tenía la idea de cruzar el Atlántico desde Buenos Aires a Ciudad del Cabo, en Sud Africa, pero Comi lo persuadió y a cambio le propuso un vuelo sin escalas Nueva York- Buenos Aires en un nuevo modelo de Cessna, el 210 de tren retráctil. La máquina se acondicionó cerca de la fábrica de Wichita, Kansas, ya que en caso de fallar algo, Cessna no quedaría involucrada. El vuelo sin escalas duró 47 horas 53 minutos aterrizando en Durazno, Uruguay debido a una falla en las comunicaciones radiales con Aeroparque y Durazno. Eran los primeros días de abril de 1962 y pocos días después participaba con la misma máquina en exhibiciones por distintos aeródromos del país promocionando la marca. En su capot, llevaba la leyenda “The Spirit of Mariano Moreno” a semejanza de Charles Lindberg y su Ryan.
El 8 de septiembre del mismo año de 1962, día de su cumpleaños, partió de Buenos Aires hacia Estados Unidos con el mismo avión , con la intención de batir el récord mundial de distancia uniendo Manila con Miami, en un vuelo de 65 horas aproximadamente, pero al partir de Manila sobrecargado saltó la válvula de la rueda de nariz la que, por pedido expreso de FitzGerald, tendría que haber sido armada con cámara, pero la fábrica no hizo caso a su inquietud, con lo que el vuelo acabó en un desastre afortunadamente sin mayores consecuencias para el piloto pero con la pérdida del avión.
La idea del vuelo a las islas revoloteaba, como se dice en nuestra jerga, en la mente de muchos pilotos argentinos. Aldo Comi y César Álvarez no pudieron llegar en 1952 por falta de plafond sobre las islas. En el ambiente se hablaba del tema a menudo, pero Miguel dio a conocer su idea sólo a muy pocos elegidos. Siro Comi puso a su disposición el Cessna 185 bautizado DON LUIS VERNET, primer gobernador de las islas y el conocido mecánico Roldán trabajó en la máquina creyendo que sólo haría un raíd mas o menos trascendente. En 1964 se trataba en la ONU el tema de las colonias en América y nuestro hombre quería poner su grano de arena. El 8 de septiembre se tocaría el controvertido tema del archipiélago.
Sabiendo que el intento podría costarle su carrera y aún la vida, trató de conseguir apoyo de los periódicos, pero lo obtuvo solamente del diario Crónica que recién salía a la luz y necesitaba afianzarse en el medio. El director de dicho diario quería que lo acompañase un fotógrafo, pero FitzGerald quería hacerlo solo. Era su vuelo y su riesgo. Además, era preferible llevar 80 Kg. de combustible extra y no el mismo peso en humanidad. Acordaron que Crónica tendría la primicia a su regreso al continente y así fue.
El secreto vuelo dio inicio en Monte Grande el 6 de septiembre de 1964 con destino Olavarría y luego Trelew para reabastecimiento, haciendo noche en Madryn. Partió al día siguiente debiendo efectuar escala técnica por problemas con los cables de bujía en Pico Truncado. Siguió a Río Gallegos repostando combustible en el aeropuerto y luego llegó al aeroclub donde terminó de solucionar el problema.
En Río Gallegos recibió ayuda logística de Ignacio Fernández, gerente y comandante de Austral y algunos amigos y “secuaces” de este último. Ahí consiguió un asta para la bandera que dejaría en las islas. Un oficial de Fuerza Aérea amigo de Fernández los llevó al pueblo para pernoctar y al día siguiente los acercó al aeropuerto.
Todo estaba listo para el vuelo que en teoría sería a Ushuaia, pero este buen hombre no los dejaba solos. Hasta que Fernández con mucha cautela y temor le confesó la intención de volar a Puerto Stanley de Mike. Pasaron unos segundos larguísimos hasta que el militar les dice con una gran sonrisa: “Por favor, si usted se va a jugar, cómo no lo vamos a hacer nosotros”.
El 8 de septiembre, día de su cumpleaños, a las 9ºº Hs comenzaba la etapa principal de su epopeya. El otro intento de récord en 1962 también comenzó en el día de su cumpleaños. Era como si Mike quisiera festejarlo con todos nosotros. Partió con el supuesto plan de vuelo y ya en el aire dio a la torre de Río Gallegos su posición. El operador de radio también formaba parte de la cofradía. Luego a cada hora y hora y veinte, transmitía escuetamente su posición. Ya había volado sobre el mar en 1962, pero ahora lo hacía rumbo a las islas, 550 Km mar adentro.
Al llegar a destino, avisó a Río Gallegos que había encontrado lo que buscaba y que volaba sobre el estrecho de San Carlos. Sobrevoló la zona de Puerto Argentino dos veces hasta que aterrizó en una pista de cuadreras que ya conocía por referencias. Sin detener el motor, bajó, colocó la bandera en un alambrado y le entregó a un lugareño una carpeta con la proclama en castellano que decía en su primer párrafo: “AL REPRESENTANTE DEL GOBIERNO OCUPANTE INGLES: Yo, Miguel L. FitzGerald, ciudadano argentino, único, necesario y suficiente título que exhibo en cumplimiento de una misión que está en el ánimo y la decisión de veintidós millones de argentinos, llego al Territorio Malvínico para comunicarle la irrevocable determinación de quienes como yo han dispuesto poner término a la tercera invasión inglesa a territorio argentino”.
Cumplido esto, habiendo estando en tierra alrededor de 15 minutos, emprendió el regreso, haciendo unas pasadas por sobre la casa del gobernador. Se comunicó entonces con Río Gallegos quienes le indicaron que bajase en el aeropuerto en lugar del aeroclub. -¿Me van a meter preso?- preguntó. La carcajada del otro lado lo tranquilizó. Mientras tanto Crónica cumplía su parte del trato publicando “LAS ISLAS: HOY FUERON OCUPADAS”.
Las autoridades aeronáuticas de Río Gallegos le labraron una sanción, pero al llegar a Buenos Aires, debido a la gran repercusión de su hazaña, le fue levantada por el propio Presidente Illia. Sus ecos llegaron hasta a las Naciones Unidas. Por su parte, el Sr. José Tieri, le obsequió a Miguel una partitura original con una emotiva dedicatoria.
El osado vuelo de Miguel FitzGerald sirvió para despertar ese adormecido fervor patriótico del pueblo argentino y para alimentar las esperanzas de la recuperación, las que a pesar de las circunstancias no debemos perder nunca.
Hubo, tiempo mas tarde otros vuelos de otros argentinos. Incluso FitzGerald repitió el vuelo el 27 de noviembre de 1968 con el Aero Commander de Crónica en compañía del director Héctor Ricardo García y el periodista Juan Carlos Navas, rompiendo el tren de aterrizaje y una hélice al descender en un camino en mal estado.
Cabe acotar aquí que Miguel pidió al consulado británico autorización para traer el avión al continente una vez reparado, cosa que le fue denegada por el cónsul con estas palabras: “¡Usted tiene el coraje y la impetuosidad de un irlandés!”. ¡Y, si!
Como ya lo ha dicho alguien, muchos pudieron haber hecho ese vuelo. Miguel FitzGerald lo hizo. Y fue el primero.
Corresponde ahora agradecer a la persona que apoyó y acompañó todo el tiempo a Mike. Palmira, “mi galleguita”, como le decía él.
Miguel Lawler FitzGerald desplegó sus propias alas iniciando su gran raid el 25 de noviembre de 2010. Sus logros, simpatía y su gran hombría de bien nos acompañarán siempre.
Héctor Cordeiro
Instituto Nacional Newberiano
Instituto Nacional Newberiano