Decir que Nueva York cuenta con atractivos únicos, no es nada original. Lo verdaderamente original, es que año tras año, La "Gran Manzana" se reinventa. Gran parte de su atractivo lo brindan las producciones fílmicas o televisivas que actúan a modo de publicidad constante. La oferta cultural es infinita. Su cartelera teatral y sus museos son reconocidos a nivel mundial. Respecto al tema aeronáutico, cuenta con un verdadero icono del ingenio, como la de montar un museo sobre un portaviones: El Intrepid Sea-Air-Space Museum, situado en el muelle 86, en el West Side de Manhattan. No obstante, en el denominado Midtown de Manhattan se halla el Museum of Modern Art, más conocido como MoMA, donde por un instante, se puede combinar el gusto del arte, con el aeronáutico. Encajonado en la parte superior de una escalinata, se emplazó un helicóptero Bell Bell-47D1, el cual se observa en impecable estado. Pareciera que el mismo hubiera salido ayer de la línea de montaje. Su presencia en el museo responde a que el diseñador del modelo, Arthur Young, supo destacarse como poeta y pintor. Algunos críticos de arte, observando la burbuja de plástica de la cabina del aparato hecha de una sola pieza, han narrado que constituye una delicada belleza que es inseparable de la eficiencia que le brinda a la nave. En tal sentido, resulta un argumento solido como para hacerle un lugar en el Museo. Desgraciadamente, el helicóptero no está identificado, su anonimato tal vez lleve a inferir que se trate de un conjunto de piezas unidas. Vale citar que solo en los Estados Unidos se han fabricado más de tres mil unidades en entre 1946 y 1973, cuando cesó la producción. Sin dudas algo inspirador sin dudas debe encontrarse en este primitivo helicóptero, ya que en la sede de Bilbao del Museo Guggenheim, otro Bell 47, no identificado, ha sido expuesto, aunque de acuerdo al estilo propio de este museo, luce una forma más excéntrica, bajo el título "Lilicoptère".