En la actualidad, los mandatarios del mundo recorren grandes distancias con suma fluidez, si los comparamos con los personajes que les antecedieron en la historia. El Mundo moderno exige una comunicación constante. El lobby en más de una ocasión determina reuniones, asistencias a eventos y diversas actividades protocolares. Esta situación se incrementó de forma notable en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
No obstante, al notable desarrolló que experimentó la aviación en las primeras décadas a partir de Siglo XX, y con las capacidades económicas de las que disponía por esos tiempos Argentina, llama la atención que los aquellos que ejercieron la presidencia entre 1930/58, no hicieron uso del medio aéreo de forma asidua.
No hay que dejar de lado, la incidencia que pudo tener en la reticencia al uso del avión, fatídico vuelo del Lockheed 12B Electra Junior 161, -cn. 1249-, en el cual perdió la vida el hijo menor del presidente Agustín P. Justo, -Eduardo Justo-. El poder Ejecutivo, había comprendido de forma muy temprana que el avión era la herramienta apropiada para sortear los inconvenientes de tiempo y distancia el país presentaba. Aun así, recién a la llegada al poder del Dr. Arturo Frondizi se observó un mandatario argentino desplazándose de forma fluida por vía aérea por diversas partes del globo, incluso, antes de asumir la primera magistratura.
Por su puesto sorprende que el presidente Juan Domingo Perón, en su dilatada presidencia, haya desestimado el empleo del medio aéreo, en favor del ferrocarril. Pero hay que considerar, que como adepto confeso al fascismo, Perón y su entorno abundaban en desconfianza y paranoias sobre posibles conspiraciones. En sus dos mandatos, que abarcaron 3396 días, son contados los vuelos concretados a lo en el ejercicio de su presidencia. A pesar de disponer de una aeronave especialmente acondicionada a su disposición. -ver La corta vida de un Viking-. Ironías de la vida, su segundo mandato finalizó de forma abrupta con un vuelo, -ver Cuando Perón se tomó el Catalina-.
Tal vez la cuestión de su recelo a volar, se encuentre en los hechos que se suscitaron durante un viaje a Córdoba, cuando Perón, por ese entonces con grado de coronel, aún no detentaba el poder.
En la jornada del 04Sep45 partieron desde la base El Palomar con destino a la Escuela de Aviación Militar de Córdoba dos aeronaves de la Fuerza Aérea Argentina. En primer término, despegó el Douglas DC-3 T-169, -cn. 2122-, el cual al mando del teniente Ruzzo, trasladaba al entonces vicepresidente la Nación, coronel Juan Domingo Perón, acompañado por el comodoro Bartolomé de la Colina y un grupo de militares chilenos, peruanos y ecuatorianos. En la otra aeronave, un trimotor Dewoitine, se trasladó una comitiva castrense, también invitada especialmente a las demostraciones del nuevo planeador Cóndor, desarrollado íntegramente por Instituto Aerotécnico, -antecesor de la Fábrica Militar de Aviones-. Las aeronaves en vuelo eran flanqueadas por tres aviones Curtiss Hawk 75-O pertenecientes al Regimiento 2 de Caza.El viaje de ambos transportes se desarrolló de forma normal, casi siguiendo una línea paralela al trazado del Ferrocarril Central Argentino y la Ruta Nacional N°9.Al sobrepasar la vertical de Marcos Juárez, el techo de nubes era muy bajo. El trimotor Dewoitine en que viajaba parte de la comitiva y dos de los Curtiss se elevaron por encima del techo de nubes. Mientras tanto, el Douglas y el Curtiss piloteado por el alférez Abel Rubén Bertollo -Promoción IX de EAM egresado el 23Dic43- descendieron su curso.Respecto a la meteorología, ese día, a las 9:00 horas, a la altura de la ciudad de Leones, -180 km al sudeste de Córdoba-, se registraban temperaturas muy elevadas para la época del año, presentándose, además, un cielo cubierto en extremo.El escolta del Douglas, el Curtiss C-607, -cn. 12774-, se desplazaba muy próximo al derrotero del Douglas, y por efectos de la niebla las aeronaves hicieron contacto en pleno vuelo, -La timón de Bertollo rozó la hélice de uno de los motores del Douglas- circunstancia que determinó que el avión Curtiss Hawk, con serias averías en su deriva, se precipitara sin remedio sobre la Ruta 9. La máquina impactó entre las ciudades de Leones y San Marcos, determinando el trágico final de Bertollo.Por su parte el T-169 en que viajaba Perón, con un motor averiado logró aterrizar en una chacra a cinco kilómetros del lugar donde cayó el Curtiss.Tan pronto como pudieron los ocupantes del DC-3 evacuaron la aeronave, dirigiéndose al lugar donde había caído el Curtiss. Sin dudas, este hecho, que pudo haber determinado una senda distinta en la Historia del país, al tiempo que generó cierta aversión al vuelo de parte de Perón.Difundida la novedad del siniestro, no tardaron en llegar al lugar funcionarios públicos, militares y policías desde Bell Ville, Villa María y poblaciones adyacentes. Asimismo numeroso público se congregó a presenciar los restos del avión accidentado. Por su parte desde Buenos Aires, se remitió un avión Junker Ju-52 a fin de que Juan Domingo Perón y su comitiva pudieran continuar el viaje. La comitiva logró arribar a Córdoba recién a las 14:20 horas. En la plataforma fue recibido por el vice comodoro San Martín, director del Instituto Aerotécnico, y el director del Colegio Militar de Aviación, y comodoro Martín R. Cairó. Más allá de lo ocurrido, Perón y su comitiva cumplió el organigrama establecido para el día. Pero a partir del episodio detallado, el general intentó siempre que pudiera, obviar el medio aéreo, trasladándose por tren.