14/07/2016

En busca del "Flying Colors"

En alguna oportunidad compartí cómo me gustaba de chico escuchar decir a mi padre: "Vamos hasta Ezeiza". Por el mero hecho de dar una vuelta, y también acompañar a algún familiar o amigo. Todo representaba una buena oportunidad para acercarse y acceder a las terrazas del aeropuerto.. Llegar, recorrer la escalera caracol, probar suerte y descubrir qué es lo que uno podía llegar a ver. Recuerdo que mucha gente se agolpaba sobre la baranda más próxima a la aeronave en la que partía la persona que se despedía, mientras otros se movilizaban de acuerdo a las actividades de los aviones en plataforma. Seguido de la frase clásica, repetida una y mil veces: "ahí va, mirá, despega...".
He tenido la fortuna de haber ido en numerosas oportunidades, incluso como pasajero, y en ocasiones únicas, como cuando llegó el Concorde, un 11Sep71.
Pero desafortunadamente conservo sólo una par de fotografías de todas aquellas visitas. En una oportunidad hasta hemos ido con lluvia, aunque uno podía resguardarse por debajo de la torre de control, lugar que con mis pares en edad solíamos denominar "el túnel". Otras veces, las menos, recuerdo hacer tiempo en una de las confiterías que daba directamente con sus ventanas a la plataforma.
Pero desde el momento en que la empresa Braniff optara por colorear los fuselajes de sus aeronaves, las visitas se tornaron más interesantes. Hasta ese entonces, tal vez lo más exótico en materia de colores lo constituía la presencia de algún avión de CPAir. Por supuesto, en el ámbito local teníamos los coloridos aviones de Austral, en sus distintas etapas. Pero Braniff generaba una simpatía indescriptible. Mucho han tenido que ver las campañas publicitarias en los medios locales y las publicidades en alguna revista de la época.
Mi vecino, el Sr. Sosa, despachante de Braniff, solía regalarme folletos, revistas de a bordo, etiquetas autoadhesivas... En fin, toda una parafernalia que engolosinaba a cualquiera que gustase de la aviación. Un día en que coincidimos haciendo la cola en el almacén del barrio, me confió toda una novedad, mientras desdoblaba de su bolsillo un folleto de la empresa. Cuando terminó de desplegarlo, expuso un DC-8 de todos colores... - Lo llaman el Flying Colors- me dijo-. Cuando venga, te aviso.
-Imagen Braniff pages-
Solía salir de mi casa cuando él regresaba del trabajo. Y, no todos los días, pero en su mayoría, le expresaba mi inquietud con un resumido: "¿Y?". Él, bajándose de su SIAM Di Tella, respondía con una sonrisa negativa o simplemente con una seña: -No, aun no-.
Entre tanto, íbamos con mi padre a Ezeiza, y comentábamos: "Uh, no, es el azul"; o "El verde, este ya lo vimos, ¿no?".
Finalmente llegó el aviso: "El sábado a la tarde lo vas a encontrar". ¡Zas! Mi viejo volvía de viaje la semana siguiente, no había oportunidad. La decepción era total. Pero siempre hay una madre que sabe actuar más allá de las circunstancias. Después de la merienda me dijo: "Sabes una cosa, hablé con el papá de tu amigo Pablo, el sábado tiene que ir a Ezeiza y me dijo que puede llevarte... de paso ves tu avión". Sorpresa total. Y así fue.
Llegué al aeropuerto con Pablo y, ni bien nos autorizaron los mayores, salimos corriendo entre los baldosones de la terraza. Y ahí estaba: furioso y empastado de colores. Por supuesto no veíamos arte, sino simplemente manchas. Pero era atractivo.
En aquellos días no había libretas de spotter, ni fotos de celulares, simplemente uno se contentaba con decir: "lo pude ver". Era solo un Douglas DC-8. Pero distinto.
Al regreso de su viaje, después del saludo de bienvenida, mi padre preguntó: "¿Qué tal, estaba lindo? Bueno, el sábado que viene nos damos una vuelta, a ver si lo ves de nuevo”. Hubo otras oportunidades, nunca tantas como para hacer de estas visitas algo cotidiano. Luego fue el momento de una avalancha de colores: Ecuatoriana; Aeroperú y otras. A los ojos de hoy, donde una aeronave puede portar desde las figuras de Disney, paisajes peruanos como los de Star Perú, o personajes de la historia como la empresa Norwegian, por citar algunas, es verdad que esta vivencia tal vez no signifique mucho. Pero para quienes ya pasamos los 50 y podemos reencontrarnos con aquella mirada de chico, aquello... resulta toda una historia.

El responsable de esa expresión de colores sobre el metal del avión fue el artista Alexander Calder, quien era un precursor del denominado arte móvil. Braniff International lo seleccionó en 1973 para imprimir un muestra de arte moderno sobre uno de sus aviones. El nombre real del jet era "Flying Colors South America". Cumplió su primer servicio regular desde Miami el día 02Nov73. Curiosamente la marca Braniff no se apreciaba en ningún sector de la nave, si en cambio portaba la firma del artista: Calder. 

Detalle de la aeronave
* cn. 45899/304 - Douglas DC-8-62 - FF. 28Jul67 PANAGRA - Pan American-Grace ntu. N1805 Braniff International Airways 29Sep67 - Desactivado 12May82; International Air Leases Oct83; Rich International Airways 31Oct83 li, Air Florida 05Nov83 li.; Rich International Airways Mar84; Adq. Sep85; Pegasus International Travel Club 01Abr89 li.; Universal Aerogat LLC Nov97 - Desmantelado en Miami 1998.