Las antiguas terrazas del Aeropuerto de Ezeiza, además de posibilitar a los visitantes avistar aviones, generaban la oportunidad de realizar manifestaciones populares, como la recepción de personajes políticos, artistas o deportistas. Ya sea para mostrar la adhesión, admiración o bien para celebrar el júbilo de una conquista. Este último caso es el del pugilista Horacio Accavallo, quien arribó a Ezeiza el día 08Mar66 como campeón del mundo tras vencer a Takayama Katsuyoshi, sólo siete días antes en el estadio Budokan de Tokio. Con su conquista se hizo dueño de la corona de la categoría peso mosca.
Por aquellos días el boxeo en Argentina acaparaba grandes multitudes. Las noches del Luna Park se transmitían por radio Rivadavia con la inconfundible voz de Ulises Barrera, quien era portador de las palabras certeras, en cada uno de los movimientos de los combates. Uppercut, swing de derecha, cruzado… eran los términos enhebrados en el relato radial, hasta que se sentenciaba: " y sonó la campana …". Al mismo tiempo la televisión comenzaba a decir presente en los enfrentamientos internacionales por medio de las transmisiones vía satélite.
Ciertamente, la vida se percibía de forma parsimoniosa. Los acontecimientos del otro lado del mundo resultaban naturalmente remotos, vivíamos de forma lejana a lo que sucedía en los medios. La oportunidad de acceder a alguien destacado, que había triunfado en el exterior, era movilizante. Y la terraza del Ezeiza no solo lo hacía posible: era accesible. Por eso, en el caso de Accavallo, no fue extraño que una multitud se autoconvocara a recibirlo, y lo acompañase desde allí hasta el Luna Park, la cuna del boxeo argentino. Este rito, de forma natural, se repetiría en el tiempo con otros boxeadores.
Desde el punto de vista spotter, Accavallo llegó en un avión de la compañía Canadian Pacific, aerolínea que facilitaba el enlace con las lejanas tierras niponas vía Vancouver. Así, a las 12.35 horas el avión que trajo a bordo al campeón mundial de la categoría mosca, se posó sobre unas de las pistas del aeropuerto de Ezeiza. Ni bien se abrió la puerta del DC-8 miles de gargantas enrojecieron coreando el nombre del humilde boxeador, sinónimo del arrabal porteño.
El campeón se asomó, extendió una bandera argentina, y de inmediato, un enorme gentío franqueó su paso, consiguiendo ganar terreno y corriendo sobre la plataforma en dirección al avión. Todo con tal de lograr levantar en andas al púgil, y festejar lo más cerca posible del ídolo quien, victorioso, había regresado a casa. Mientras tanto, el personal de vigilancia pugnaba desesperadamente por contrarrestar la invasión. Ciertamente, no tardó en evidenciarse que se había visto superado. Algo impensado en nuestros días.
Detalle de la aeronave* cn. 45809/264 Douglas DC-8-53 - CF-CPM Canadian Pacific Airlines 31May66 "Empress of Lisbon" Flt. 607, CP Air Jul68, rr. C-FCPM Ene74. HK-3125X ARCA Aerovias Colombianas Jun82, cvt. Cargo, reportado en Miami sin motores Dic95, desmantelado Abr98.