18/11/2025

Único en su tipo


   
A lo largo de la historia, se han hecho muchas críticas sobre los daños sufridos por objetos o elementos que, de haber sido cuidados adecuadamente, habrían llegado a ser relictos de un pasado capaz de ayudarnos a recrear una determinada historia. Así nos lamentamos una y otra vez, especialmente cuando ya es demasiado tarde para enmendar la situación. Sin embargo, el tema que abordamos aquí es todo lo contrario.
    Quiero retroceder a los años 90, cuando recibí como obsequio una fotografía del avión DL-22. En ese momento, el estado del avión estaba claramente deteriorado. Mi juicio no tardó en formarse, influenciado por una serie de condicionamientos recurrentes, llevándome a pensar: “Esto no va a cambiar jamás”.
    No obstante, años más tarde, con la inauguración del Museo Nacional de Aeronáutica (MNA), no solo tuve que reformular aquel juicio, sino que también pude ver el avión restaurado, tal como se exhibe hoy en el Hangar 3 del MNA.

Un poco de historia:
    El DL-22 fue un avión monoplano de entrenamiento biplaza, desarrollado a finales de los años 40 por la Fábrica de Aviones en Argentina. El programa estuvo bajo la dirección del ingeniero Horacio Rodríguez. El propósito de esta aeronave era cubrir las necesidades de la Fuerza Aérea Argentina en la formación de pilotos, siendo adecuado tanto para la instrucción básica como para misiones de observación.
    La Segunda Guerra Mundial, a la que inicialmente Argentina otorgó una cuota algo indiferente y ajena al conflicto, le propinó enormes dificultades a la hora de adquirir aeronaves nuevas.
    Como respuesta, el Instituto Aerotécnico desarrolló este entrenador. Desde sus primeros bocetos, el DL-22 fue diseñado para ser propulsado por un motor radial IAE R-16-SD Gaucho de 450 caballos de fuerza, también de fabricación nacional.     El monomotor, comúnmente conocido como "DL", recibió el apodo "Diente de León", aunque no existe una explicación clara sobre su origen.
    El 29May49, el DL-22 fue presentado en Córdoba ante diversas autoridades y el propio Ministro de Guerra de la época, Coronel Juan Domingo Perón. 
    Posteriormente, los DL-22 fueron equipados con un motor Armstrong Siddeley-Cheetah de 415 HP, una adaptación del motor del North American Texan AT-6.
    Se fabricaron 201 unidades del DL-22, pero debido a la falta de desarrollo propio, la producción se detuvo. A finales de 1958, el material remanente fue declarado en desuso y reemplazado por aeronaves de concepción más moderna.
    El principal factor que contribuyó a la corta vida operativa del DL-22 fue la deformación de las partes de su estructura de madera. El ejemplar conservado en el museo, identificado con matrícula EA-701, fue almacenado durante muchos años, desprovisto de sus alas. Sin embargo, a principios del siglo XXI, fue restaurado por el personal del Área Material Río IV, convirtiéndose en un verdadero testigo de aquella apuesta aeronáutica nacional. Su preservación es un ejemplo de superación ante la desidia que afectó a otros ejemplares, como el Calquín, y a otros tantos aviones.

Agradecimiento: Sergio Minchiotti