13/04/2014

El LV-HUA pasó por Morón

Alejandro Bastín nos informa que en el hangar 4 del Museo Nacional de Aeronáutica, se encuentra una aeronave muy particular, el Cessna 185 LV-HUA, el mismo que fuera utilizado por Miguel Lawler FitzGeral para volar a Puerto Stanley en 1964.
FitzGeral, nació en Buenos Aires el 08Set26, siendo hijo de padres irlandeses. Su carrera aeronáutica se inició en 1942 como piloto de planeadores. En 1946 obtuvo su licencia de piloto privado, y dos años después fue habilitado como piloto comercial. Logró una excelente experiencia, realizando vuelos de taxi aéreos o en el traslado de aeronaves desde la factoría hasta Argentina. Entre Nov56 a Nov60, voló para Aerolíneas Argentinas, como copiloto en aviones Douglas DC-3 y Convair 240. Con la aparición de Transatlántica Argentina, entre Ene61 hasta Oct61 se desempeñó como segundo comandante en aviones Super Constellation. Entre Dic61 a Feb63 realizó vuelos de traslados de aviones Cessna desde la fabrica. Pero su larga y singular carrera además alberga, trabajos de fotografía aérea, con un avión Lockheed P-38 Lightning, un breve regreso por Aerolíneas Argentinas. Finalmente se desempeñó como  piloto de la empresa de cargas Transportes Aéreos Rioplatenses, y piloto privado en vuelos ejecutivos
Pero lo que nos lleva al recuerdo de Miguel FitzGerald, es que el 08Set64 a bordo del Cessna 185 LV-HUA, que lucía en su ca­pot el nombre "Luis Vernet", realizó un vuelo a Puerto Stanley. La única información de la que disponía antes del viaje era la proporcionada por la cartografía, y la de un terrateniente inglés de apellido Fenton, asiduo visitante del aeródromo de Monte Grande a bordo de su Cessna personal. Fenton era propietario de una Estancia llamada Monte Dinero emplazada casi en la entrada del Estrecho de Magalla­nes, que poseía contacto comercial con la población isleña, y que en una oportunidad hablando con FitzGe­rald le comentó de la existencia en Stanley de una pista de cuadreras. Inmediatamente Fi­tzGerald pensó: "Si entran los caballos corriendo, también entra un Cessna carreteando."
La idea del viaje en sí era un viejo anhelo de muchos de los que merodeaban por Monte Grande. Estuvo a punto de concretarse en  Jul64; pero dado el frío y el tipo de avión elegido para cumplimentar la travesía no daban las condiciones para contrarrestar formaciones de hielo sobre los planos principales. Finalmente se reprogramó el viaje para septiembre, por una suma de coincidencias y motivos. En pri­mer lugar el 08Set se trataba en las Naciones Uni­das el tema de la Carta Orgánica de las Colonias en América. Como segundo punto vale detallar que esta fecha coincidía con el cumpleaños de FitzGerald. Pero el elemento fundamental que influyó fue el clima, que permitió realizar el trayecto. Al avión se le había adaptado un tanque suplementario con una capacidad para 200 litros que extendía su autonomía a 12 horas de vuelo.
El Cessna partió desde el antiguo aeródromo de Monte Grande con destino a Trelew, Chu­but. FitzGerald pernoctó en Puerto Ma­dryn. Desde allí voló hasta Pico Truncado, donde descendió por una falla mecánica que recién se solucionó en Río Gallegos. Se trataba del cable de una bujía que resultaba demasiado corto. Al llegar a Gallegos, Ignacio Fernández, comandante de Curtiss C-46 en  Austral, amigo personal de FitzGerald, y por demás conocedor de la andanza en trámite, se metió en la oficina de meteorología para obtener datos frescos sobre el tiempo y para escuchar alguna novedad en la radio, además para evitar que a el protagonista de la historia se lo viera deambulando por ahí. Ignacio Fernández, era amigo de un oficial de la Fuerza Aérea de apellido Rossi, que además era jefe en Gallegos. Este contaba con un Jeep en el cual partieron del aeropuerto internacional al provincial.
Al día siguiente, el mismo Rossi los vuelve a trasladar en su Jeep hasta el aeropuerto. FitzGerald quería aprovechar y partir, pero ante la presencia de Rossi, que no terminaba de abandonarlos, Fernández decidió hacerlo partícipe, contándole acerca de los planes de FitzGerald.  Sorprendentemente Rossi no se opuso y partió con Fernández para seguir los acontecimientos desde la radio en el otro aeropuerto, en complicidad y sigilo.
El vuelo fue realizado sin ningún tipo de radio ayuda, radio faro o broadcasting comercial, ya que FitzGerald no conocía las frecuencias utilizadas en las islas, en cambió tenía conocimiento de las de Río Gallegos. Por lo tanto viajó con las referencias a sus espaldas mientras escuchaba música. También sabía de antemano por la cartografía consultada, la existencia de montes de 600 metros de altura, por lo tanto al lanzarse sobre un manto de nubes no debía bajar de esa marca. Despegó desde Río Gallegos manteniendo una altura de 8000 pies, unos 2.400 metros. Luego de cumplir un largo y solitario trecho, a sabiendas de que no podía descender por debajo de 600 metros, bajó un poco y por un claro observó una pequeña isla. Se sumergió bajo la capa de nubes y a partir de ese momento voló muy bajo, -a unos 150 metros-.
Al llegar al Estrecho de San Carlos, detectó una isla de forma cuadrada, que reconoció de su estudio cartográfico previo, y por su forma tan regular. Es en ese momento que emitió un sintético mensaje dirigido a Río Gallegos: - "Ya estoy ubicado". Este mensaje encuentra su explicación en que antes de partir de Gallegos, había convenido con la poca gente que tenía conocimiento del viaje que cada media hora iba a dar una llamada para avisar que seguía volando. Además había dejado un texto donde explicaba los motivos personales que lo impulsaba a hacer el viaje, afrontando toda responsabilidad ante cualquier accidente. Al encontrarse orientado, puso rumbo a Stanley, y al llegar a los pies de la ciudad, la sobrevoló y dio aviso por ra­dio: "LV-HUA, sobrevolando territorio argentino, me dispongo a aterrizar para enarbolar la bandera". En ese momento se captaba se expresó cierta confusión de las autoridades a través de la radio, desconociendo la situación del avión argentino. Así surgieron hubo llamadas desde Bahía Blanca, Comodoro Rivada­via y del mismo Río Gallegos, pidiendo información acerca de qué hacía el Cessna por esos luga­res. FitzGerald dio dos vueltas sobre la ciudad, e intentó el aterrizaje, pasando bien bajo sobre el pueblo para enfrentar al viento y dando directo a la cancha de cuadreras.
Los habitantes se encontraban sorprendidos, si bien ya había gente que antes de que aterrizara en Stanley habían observado pasar al avión, ya que que los primeros observadores dieron aviso uno a otro por intermedio de sus bandas de radio locales. La extrañeza radicaba en notar que el avión poseía ruedas. Por esa época la historia aérea isleña se remitía solamente a sus hidroaviones. Muchos habitantes que de inmediato escucharon el raudo motor del Cessna corrieron apresurados hacia la pista, otros ya esperaban algo por haber tenido noticias radiales. FitzGerald aterrizó cómodamente, llegó hasta el fondo de la pista, y retomó camino hacia la otra cabecera donde se habían apiñado un grupo de personas. No tardaron en encararlo con la única pregunta que podía caber en ese momento: "Where you come from?", respondiendo un sintético: "Gallegos". De ninguna manera en aquel tiempo, los isleños podían pensar en esta travesía como un acto de reafirmación soberana, dada la simpleza de las circunstancias muchos pensaros que se trataba de una avioneta argentina que se había extraviado. Sin perder tiempo, el piloto dejó un mensaje escrito para el representante del gobierno inglés y fijó la bandera nacional. En ese documento FitzGerald expresaba que como ciudadano argentino, cumplía con la misión, que se encontraba en el animo y la decisión de los por entonces 22 millones de compatriotas, de comunicar la irrevocable determinación de quienes como él, se habían dispuesto a poner termino a la tercera invasión inglesa sobre el territorio argentino. Al tiempo que anunciaba en ese momento había comenzado una nueva reconquista como en 1807. FitzGerald muy en lo suyo, no detuvo siquiera el motor de la aeronave, con el fin de evitar que le confiscaran el avión ante cualquier problema. Una vez plantada la bandera despegó mientras los isleños le saludaban y sin mayores inconvenientes. El regreso a Río Gallegos transcurrió con la misma normalidad que lo había depositado en Puerto Stanley. En el ascenso se encontré como es habitual con algo de nubosidad, aprovechó un agujero azul y se elevó. Mientras se encontraba volando de regreso, la carta que dejó con destino al gobernador de las islas, fue leída por el funcionario inglés a través de la radio local. Acto seguido, la carta juntamente con la bandera fueron depositados en el museo local, para su exhibición. El piloto se encontraba satisfecho de haber cumplido con su deber, sin embargo, al regresar, le levantaron un acta de infracción por no haber realizado un plan de vuelo. -para realizar un viaje a más de 30 millas fuera de la costa es necesario-. La realidad, por supuesto es que el mismo no fue confeccionado porque nunca lo hubieran aprobado. Oportunamente, FitzGerald se había preocupado de salir de un aeropuerto provincial, lindero al aeropuerto internacional, donde residían los aviones de la Dirección Provincial Aeronáutica, y donde no había control alguno. Y comentaba con una sonrisa: "Es más: la bandera que llevé era del fondo del Hangar de la Provincia, la saqué con asta y todo".
Si bien el Cessna de FitzGerald, tenía un tanque adicional, esto no resultaba extraño a nadie, ya que eran conocidos sus viajes a largas distancias en pequeñas aeronaves como el Cessna.
Fue el mismo oficial del apellido Rossi, quien lamentándose le pidió a FitzGerald que firmara el acta de sanción. En principio consistió en un apercibimiento, que posteriormente fue levantado por un pedido especial del presidente Dr. Arturo H. Illia. El regreso del hombre y la máquina a Buenos Aires se produjo el 10Set64, y fue asiduo el público que se congregó en el Aeroparque Metropolitano.

Los Antecedentes del vuelo según la crónica de la época.
El aeródromo de Monte Grande, desde donde FitzGerald partiera, pertenecía a la firma de Siro Comi, empresario que suministró la máquina al solitario al inquieto piloto. El 08Set se vivía una honda expectativa en torno al vuelo. Vale recordar que Aldo Comi, el 06Ene54 en compañía de Cesar Álvarez intentó un vuelo similar al detallado, FitzGerald comentaba que en aquella oportunidad el viaje se frustró por razones técnicas, ya que contaban con un Cessna 170 con sólo 160 km/h de velocidad. El intento fue volar a lo chacarero sin lograr llegar al destino prefijado con el agravante que al regresar a Comodoro Rivadavia ambos tripulantes fueron encarcelados, y la Dirección de Circulación aérea los suspendió por un año.
Ni bien conocidos los hechos del día 08Set64, Horacio Franco, amigo intimo de FitzGerald, reconoció estar al tanto del viaje, además detalló que junto con él prepararon el avión durante tres días. Quiso hacerlo en 1960 y en 1963, pero se fue postergando. Franco además, señaló que en la avioneta se cargó un bote inflable de su propiedad y algunos pertrechos por si sufría algún percance sobre el mar. Un dato interesante que puede señalarse es que teniendo en cuenta que al arribo a las islas FitzGerald pudiera ser detenido, el propio Franco ocultó un duplicado de la llave de la puerta del Cessna; en la tapa del tanque de nafta exterior. De esta forma si ocurría el arresto, FitzGerald intentaría escapar, abrir su aparato con esta llave oculta. Siempre y cuando no le hubieran vaciado los tanques. Pero la historia no necesitó de ello.

Detalle de la aeronave
* cn. 0247 Cessna 185A Skywagon - LV-HUA ex LV-PKH / N4047Y.


La presente reseña fue realizada a partir de una charla mantenida con Miguel L. FitzGerald